mi HISTORIA CON EL CAMINO VIEJO ADVENTURES

En la orilla del río santa maría

Y así inició mi HISTORIA CON EL CAMINO VIEJO ADVENTURES

…y continuando con la historia de mi vida, debo decir que una de las grandes ventajas de ser solter@ es que tienes más tiempo para dedicarlo a hacer las cosas que te apasionan; y en mi caso, comencé a aprovechar cada puente escolar, cada periodo vacacional, para salir con mi familia (mamá, papá, hermanas, hijas, sobrin@s), a diferentes lugarcitos en las cercanías de mi comunidad de origen. Muchas de esas veces regresaba cansadísima y me aseguraba a mí misma que nunca lo volvería a hacer, pero luego me enteraba que había una cueva en x lugar, que unos cuisillos en otro lugar, y así traía a toda la familia por los cerros cercanos al rancho camine y camine (la familia no oponía mucha resistencia, a excepción de mi papá (que prefería ir a misa que salir con nosotros), quien más a fuerzas que con ganas, terminaba acompañándonos y luego nos andaba apurando para regresar.

Una noche posterior al año nuevo (1 de enero del 2020 creo), como siempre, salimos a caminar durante el día, y al regreso, al estar haciendo fila para entrar al baño (en la casa de mis papás solo había un baño lejos de la casa) y siempre íbamos en grupo (hay una razón para ello, pero esa es otra historia), mis hermanas comenzaron a decir que ya era necesario un cambio de salidas, que tal vez organizar una salida a la playa sería bueno, cambiar un poco las salidas al cerro por algo más relajado, yo dije que sí pero que no pensaba dejar el monte, aunque terminara súper cansada yo quería seguir con eso y fue entonces cuando una de ellas comentó : “tu deberías andar con los del Camino Viejo” y yo: “¿y esos quienes son, que hacen, a que se dedican, donde los encuentro?”, y ahí me enteré que había un “gringo” en Jalpan que estaba iniciando a organizar caminatas y carreras en la Sierra Gorda y que tenía una página en Facebook llamada “El camino Viejo”, y ya, no hablamos más del asunto pero en cuanto regresé a Jalpan, entré a Facebook, busqué la página y envíe un Messenger.

Pasó más de una semana, el gringo no contestó y yo casi me olvidé del mensaje enviado, pero unos días después, hubo respuesta. Luego conocí al gringo, me contó de su caminata más próxima, también me habló de la carrera que se haría el mismo fin de semana, la verdad la carrera no me llamó la atención, pero la caminata si y más cuando vi el video promocional, me gustó tanto ese video que lo vi repetidas ocasiones y dije “voy a participar, no sé si resista, pero lo intentaré”; así que contacté a su esposa y me inscribí. Fue mi primera caminata con el Camino Viejo, se llamó El camino del Pame y debo reconocer que fue pesadísima, en el mes de marzo, con un calor agobiante.

En esa primera caminata solo fuimos dos mujeres las que nos inscribimos y casi renuncio cuando supe que mi compañera sería ni más ni menos que una de las mejores corredoras de la región, Matty Medina; saber que iría con alguien con tanta experiencia y buena condición me bajó el ánimo, pero como quiera me fui y la verdad fue una muy buena experiencia caminar al lado de esta gran señora.

Nada más fueron 38 km y medio pero para ser la primera vez que caminaba esa distancia y sin un buen entrenamiento previo, fue un verdadero reto.

Recuerdo que mis hijas me llevaron a Tancoyol a las cinco de la mañana y quedaron de regresar por mí por la noche. No sabían que ese día iniciaría también una nueva vida para ellas, porque desde entonces y hasta ahora, muchas veces la mayor va y me deja en el punto de inicio de una caminata, yo toda feliz, arregladita, bonita y con toda la actitud y dos o tres días después va a recogerme cuando ya vengo destruida, cansada, nada bonita y muuuy sucia pero también muy feliz. Y la otra, se volvió senderista y me acompaña en la mayoría de mis locuras.

Dejen termino de contarles: el Camino del Pame que yo hice en esa ocasión, inició en Tancoyol, salimos de la Misión a las 6 a.m., bajamos al río santa María entre resbalones y caídas, me lastimé una mano y durante todo el día me dolió muchísimo la muñeca, no supe a que hora desapareció ese dolor, porque al avanzar el día se sumaron otros dolores. Al cruzar el río me quité los zapatos para no mojarlos (era la primera vez que cruzaba un río así que yo creía que cada que cruzara un río había que quitarse los zapatos y las calcetas, después de salir del agua, sentarse, secarse los pies, ponerse talquito y volver a poner los zapatos; así debiera ser, ¿qué no?, pues no, así no funciona), grave error: al caminar descalza entre el río un caracol se me encajó en la planta de uno de mis pies, causándome un fuerte dolor que vino a sumarse al de la caída.

Luego subimos hasta Santa María Acapulco, una subida que se antojaba eterna, con mucha sed y calor al máximo. Al llegar a la comunidad, solo fuimos a una tienda por algo para comer e hidratarnos, descansamos unos minutos en la cancha comunitaria, quisimos conocer la iglesia de los Xi´ iui pero estaba cerrada, así que decidimos emprender el camino de regreso. Antes de llegar nuevamente al río, tuvimos otro ligero descanso en La Maroma, en donde conocí a Valentín, a su esposa Francisca y sus hijos más pequeños, una familia pame que ya mantenía una muy buena amistad desde tiempo atrás con el americano creador del Camino Viejo. Ahí, además de descansar, pudimos comer una sencilla pero riquísima comida que nos ofreció Francisca, además de tomarnos una cerveza al tiempo que me supo de maravilla (imaginen mi nivel de cansancio y deshidratación para encontrar deliciosa una cerveza).

Y de ahí el regreso. Nuevamente a cruzar el río (primera lección aprendida: ya no me quité los zapatos); luego a subir por horas hasta un lugar llamado Piedras Negras y después bajar hacia el Rincón, bajada que me costó horrores y casi casi unas lagrimillas, no lloré porque me daba vergüenza con mis dos compañeros del camino, pero ganas no faltaron. En este descenso aprendí dolorosamente mi segunda lección en esto del senderismo: no llevar calcetas cortitas a una caminata, esos famosos tinnes no sirven para nada en estos casos, yo no lo sabía, pero después de unas horas de caminata, los tinnes se bajan y se van escondiendo entre el zapato y por más que los jales hacia su lugar, se vuelven a esconder y entonces el roce constante del zapato con tu piel expuesta, comienza a lastimarte y en poco tiempo tienes ampollas que vuelven insoportable cualquier paso que des.

Finalmente, casi 15 horas después de haber iniciado esta aventura, llegamos a Tancoyol a las 9 p.m.

Y así terminé mi primera ruta con el camino Viejo, cansadísima, sucia a más no poder, pero segura de querer continuar con este tipo de actividades. Y aquí me tienen, ahora yo soy también El Camino Viejo Adventures.

En la cocina de una familia pame en La Maroma, San Luis Potosí

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